Los Ilustres Mercaderes surgieron de la nada y lo fueron todo, sobrevivieron y triunfaron, fueron admirados, envidiados y odiados, protegidos y espiados, usaron el mundo a su antojo, pero sobre todo fueron auténticos, excesivos, diferentes… 

Para ellos no había bloques, fronteras ni países prohibidos, solo clientes, productos y dinero, mucho dinero, e hicieron del mundo un gran supermercado en el que todo estaba en venta: desde el petróleo, las materias primas y los alimentos a la cultura, la política o la justicia.  

Y operaron y prosperaron desde un insospechado lugar, una España beata y olvidada que, en la década de los 70, se desprendía del franquismo a la misma velocidad que se subía la falda para meterse de una orgía social, cultural y política que se llevaría por delante la caspa de la dictadura.

La vida y negocios de Marc Rich, Pincus Green, Jacques Hachuel, John Trafford y Alec Hackel ilustran además cómo la discreción o la falta de información voluntaria es una estrategia deliberada que sirve a múltiples propósitos, desde la protección personal hasta la gestión de riesgos legales y económicos. 

Pero los datos conocidos definen a unos protagonistas absolutamente originales que escribieron los guiones de sus vidas y se rodearon de algunos de los personajes más relevantes de la época.

Los ilustres mercaderes fueron maestros de la intuición y la estrategia, capaces de prever cambios en los mercados y actuar en consecuencia. Ingenio y creatividad que se manifiesta en tácticas comerciales innovadoras y la habilidad para tejer y navegar enmarañadas redes políticas y económicas internacionales.

Pero su historia representa además la paradoja de construir éxito sobre la confianza mientras se opera en el anonimato. Y es que el adecuado funcionamiento de una compleja red económica depende en gran medida de la confianza pues reduce costes transaccionales y compensa la falta de información.